La crisis que conlleva la Guerra Civil Española también se hace presente en todo lo que concierne a las cofradías, afectando, lógicamente, a la música procesional. Muchos son los compositores que pasan por malos momentos. Manuel Font y de Anta encuentra la muerte a muy temprana edad, muchas bandas subsisten de forma muy precaria, algunas cofradías dejan de procesionar, desciende el número de composiciones de marchas procesionales, y las que ven la luz, presentan melodías dramáticas. «VI Dolor» de Manuel Borrego Hernández, junto a alguna obra de Farfán, son testimonios vivos del periodo.
Con la postguerra, poco a poco se vuelve a la normalidad, y el arte al servicio de las cofradías, donde no podía faltar la música, se recupera. Entra en escena la llamada generación de la postguerra, y en ciudades como Córdoba, Jerez de la Frontera y Granada aparecen músicos que logran superar el difícil momento y dedican a las imágenes sagradas sus melodías. Entre ellos nombres como el de Antonio Pantión Pérez, compositor de «Jesús de las Penas» en 1943, el ya mencionado Manuel Borrego Hernández, Francisco Melguizo Fernández, Enrique Báez Centella, Rafael Márquez Galindo, Germán Álvarez Beigbeder, Emilio Cebrián Ruiz, Pedro Gámez Laserna, Pedro Braña Martínez o Jaime Texidor. wikipedia
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